En este tipo de procedimientos, los médlcos introducen unos pequeños electrodos en los vasos sanguíneos para tratar de evaluar y localizar la anomalía que provoca alteraciones en su ritmo cardiaco. Una vez identificada la región en la que los impulsos eléctricos no se comportan con normalidad, el propio catéter permite ‘anular’ esa zona mediante ablación (quemando los tejidos con una pequeña descarga de bajo voltaje).
Esta cirugía mínimamente invasiva, que lleva practicándose con éxito durante más de dos décadas para solucionar las arritmias, puede durar varias horas en las que el cardiólogo intervencionista va siguiendo la evolución del catéter (unos finos cables) a través de los vasos sanguíneos mediante técnicas de imagen que emiten radlaclones, de las que se protegen con un aparatoso delantal de plomo.
Para evitar estos problemas y mejorar su agllldad de cara a Insertar los electrodos en el punto preclso, la compañía estadounidense Catheter Robotics ha diseñado un moderno brazo robótlco (bautizado como Remote Catheter Manlpulatlon System) que permitirá llevar a cabo la operacion a distancia, con un mejor control, aseguran, de todo el dispositivo. La filosofia del Invento es hermana de la que ya emplea el robot Da Vinci, que permite al cirujano intervenir al paciente desde una consola que controla a varlos metros de la camllla.
«En España existen dos robots de este tipo en al menos tres hospitales, el Clínico San Carlos y Puerta de Hierro en Madrid y el Vall d’Hebron en Barcelona», explica es Julián Pérez-Vlllacastín, secretario general en la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
Cada uno de estos aparatos puede tener un coste que ronda los dos millones de euros, lo que, sumado a que aún es necesario precisar más su uso, está haciendo que tarden en generalizarse.